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Parece aceptado por buena parte de la población que nuestros datos viajan de mano en mano y sin muchos impedimentos por Internet. A pesar de los repetidos intentos de los gobiernos para (supuestamente) proteger los datos de los ciudadanos, deberíamos ser conscientes que nuestros datos forman parte de las transacciones entre muchas empresas que operan en la red porque, desgraciadamente, las leyes van siempre por detrás del desarrollo tecnológico. Independientemente del interés que las empresas muestran desde hace tiempo en los datos que podemos llegar a generar al largo del día (navegando por Internet o no), no ha sido hasta hace poco que el usuario medio se ha empezado a interesar por sus propios datos. Pero ¿qué datos interesan a los usuarios? Y… ¿como hemos despertado ese supuesto interés?

La respuesta a estas preguntas parecen tenerla los dispositivos de monitorización de actividad física que pueden medir los pasos que realizamos al largo del día, las calorías consumidas, la frecuencia cardíaca, etc. Estos dispositivos -entre los que destaca la empresa Fitbit por ser uno de las primeras que puso en mano de usuarios no expertos la posibilidad de medir su actividad diaria- nos proporcionan una información muy interesante para aquellos que se preocupen por su nivel de sedentarismo o por la intensidad del ejercicio que hacen.

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La idea no es para nada novedosa, hace muchos años que existen programas para ordenador para medir el tiempo que se dedica a cada tarea para trabajos de oficina y, si entramos en el ámbito industrial, los planes de mejora continua no tendrían ningún tipo de sentido sin herramientas que permitan medir y monitorizar los procesos productivos.

Sería posible que uno se preguntara porque un número considerable de personas ha pasado de no levantarse del sofá más que para ir a buscar una cerveza o una bolsa de patatas fritas a medir el número de pasos o el número de pisos que ha subido/bajado durante el día y salir a dar un paseo por la tarde si no ha cubierto sus objetivos diarios. Posiblemente la respuesta está a medio camino entre una mejor concienciación de la población en hábitos de vida saludable, un tema de conocimiento o disponibilidad de datos (si yo no se que hoy he caminado menos que ayer o que llevo una semana sin cumplir mis objetivos seguramente no tendré la misma motivación para salir a correr o a dar un paseo) y, para que negarlo, un impacto considerable de las modas (como correr se ha puesto de moda me compro la pulsera para medir los pasos, quilómetros, calorías…).

Desde mi punto de vista personal, he utilizado una pulsera Garmin Vívofit durante unas cuantas semanas y tengo que reconocer que mi motivación para salir a correr, hacer bici o realizar cualquier otro tipo de actividad física ha aumentado considerablemente. Desgraciadamente, la pulsera con 3-4 semanas de vida dejó de funcionar y el servicio técnico de este dispositivo de momento no ha conseguido solucionar el problema. Desconozco el funcionamiento de otros servicios técnicos pero si los dispositivos que llevamos todo el día encima ya sea en la muñeca, en el bolsillo o colgando del cinturón no tienen una resistencia mínima el auge del uso de este tipo de dispositivos no durará más de lo que duren las primeras unidades.

Por ahora vamos a disfrutar de este pequeño incremento de interés de la sociedad en general en la adopción de hábitos de vida saludable y si nos encontramos gente crítica con la gente que sale a correr o a realizar cualquier tipo de ejercicio físico siempre podemos responder lo que me dijo un amigo: “se muere más gente por culpa del colesterol que por correr maratones”. Sabias palabras.