De un tiempo para aquí me he encontrado con un número significativo de personas que no utilizan ciertos medios de comunicación “habituales” en nuestros días por diferentes motivos. Algunos de ellos rechazan el uso de estas herramientas porque no quieren perder tiempo con ellas, algunas de ellas me han dicho que notan que sus relaciones se vuelven más superficiales o intrascendentes e incluso un número más reducido me ha llegado a comentar que simplemente no quieren generarles beneficios a grandes empresas que controlan dichos medios. Para que no haya lugar a confusiones, me refiero a Facebook, WhatsApp y parecidos.

Yo mismo reconozco que he tenido una cuenta de Facebook desactivada durante mucho tiempo, no le encontraba ningún aliciente a su utilización más allá de que me pudiesen regalaran una vaca de color morado o rojo de vez en cuando (que, de todos modos, nunca me las llegaron a mandar a casa).

Después de haber analizado una gran variedad de redes sociales en 2007 por motivos profesionales, su uso cada vez se hizo más pesado, hasta el punto de cerrar diversos perfiles y vaciar otros tantos antes de 2010. Un bombardeo incesante de un montón de información que no me importaba en absoluto sobre mis contactos, videos de gatitos y noticias sensacionalistas con la intención de adoctrinarme hizo que no pudiese más y prácticamente cerrara todos mis perfiles en redes sociales (¿todos los perfiles? ¡no! ¡todos no! algún irreductible perfil resistía todavía y siempre al invasor*). Para que te puedas hacer una idea de hasta dónde llego mi respuesta fóbica a este tipo de plataformas, incluso llegué a borrar WhatsApp de mi, por aquel entonces, HTC Magic.

Recientemente, y por motivos también laborales, tuve que poner al día algunos de mis perfiles que aún quedaban vivos de las redes sociales más comunes. Después de esa actualización, lentamente, me fui dado cuenta que de la misma manera que para levantar un negocio quieres que los clientes se encuentren con las menores barreras posibles para contactar contigo, si quieres conectar con las personas, también puedes ayudar al proceso añadiendo vías por las que te puedan encontrar.

No digo que los videos de gatitos, los comentarios absurdos y las noticias burdamente manipuladas hayan desaparecido… bueno, admito que el poder escoger las personas de las que quieres ver las actualizaciones primero y el silenciar grupos ha mejorado mi experiencia de usuario en diversas plataformas (como diría cierto político catalán: “Tú ya me entiendes”). Todas las cosas malas que tenían estas plataformas siguen estando allí porque no se trata de un problema tecnológico, es un problema derivado de como las personas utilizan la tecnología.

Para que te hagas una idea de lo que te intento decir, puedes comparar estos “nuevos” medios de comunicación con la energía nuclear: bien utilizada puede alumbrar un gran número de casas y proporcionar la electricidad que necesitamos para seguir con nuestra vida tal y como la entendemos, pero puesta en malas manos… Espera, ¿demasiado extremo verdad? ¿Qué tal si lo comparamos con unos buenos altavoces? Si intentas escuchar la más bella melodía con unos altavoces realmente buenos puedes disfrutar de un gran placer pero si subes demasiado el volumen puede que empiecen a distorsionar el sonido y, finalmente, hacer que te duelan los oídos. ¡Sí! Ahora creo que ha quedado más claro y sin víctimas mortales de por medio.

Y, volviendo a mis recientes experiencias con personas reacias a la utilización de estos recursos, me gustaría realizar unas breves reflexiones sobre los motivos que alegan algunas de ellas cuando deciden desconectar.

Por un lado tenemos los que no quieren “perder tiempo” con ello. ¡Perfecto! No puedo estar más de acuerdo con ellos; hay pocas cosas más frustrante que decidir invertir tiempo con una persona  que prestan más atención al móvil que a la persona que tienen delante (a no ser que tú hagas lo mismo claro). Pero ¿alguien te obliga a echarle horas para utilizar una cosa u otra? ¿Te penalizan si no entras? ¿No será que lo estás utilizando como excusa procrastinante y te es más fácil huir de ello que hacer un uso responsable? Vaya, yo creo que puedes cerrar esa pestaña de Chrome o, simplemente, cerrar aquella app una vez has leído a que hora has quedado para cenar con tus amigos… pero a veces pienso cosas raras, también te lo tengo que confesar.

Por otro lado tenemos aquellos que me dicen que no sienten las relaciones en profundidad utilizando estos medios. ¿En serio? ¿Has probado de mantener una relación “profunda” gritando los detalles de tu vida personal a través del patio de luces con todos tus vecinos asomados? ¿Quizás escribiendo un diario personal, imprimiendo mil copias y colgándolo en cada farola de tu casa a la plaza mayor? No me considero para nada un experto en relaciones entre personas, pero si algo he descubierto al largo de los años, es que ya puedes ser la persona más habilidosa al mando del teclado del iPhone, que dónde esté un abrazo, una mirada directa y limpia a los ojos o, sencillamente, una sonrisa de aprobación que se quiten mil y un emoticonos. Pero de ahí a decir que lo que realmente te impide profundizar en el conocimiento de los otros es uno de los medios con los que mantenerse en contacto va un trecho.

Yo, como ya he dicho, no se si la utilización de estas herramientas hacen nuestras relaciones más o menos superficiales o si pueden alterar nuestro estado anímico. De lo que estoy seguro es que sin ellas te puedes quedar sin la oportunidad de conocer personas con las que sí que puedes establecer una relación más significativa fuera del entorno virtual. De lo que estoy seguro es que pueden ser herramientas que te sirvan para mantener el contacto con personas con las que ya tienes este tipo de relación y que no puedes ver por diferentes motivos. De lo que estoy seguro es que depende más de ti que no de la tecnología que utilices.

Y para terminar, mi grupo preferido: el que no quiere hacer que las empresas detrás de estos medios saquen un beneficio. Como idea me parece genial si no fuese porque muy probablemente ya lo estén haciendo en otros ámbitos. Si tienen un coche han pagado a uno de los pocos fabricantes mundiales de coches, gasolina y seguros, todo industrias con redes multinacionales e intereses no demasiado claros. Pero vaya, que si no tienen coche quizás han cogido un avión, un autobús o incluso desplazándose a pie es posible que estén pisando una acera que fue adjudicada a una gran empresa constructora que da sentido a sus adjudicaciones con la utilización diaria de las baldosas puestas en su momento.

En fin, que cada uno puede hacer lo que le plazca, pero cuestionarnos lo que hacemos y los motivos por lo que lo hacemos puede darnos una merecida segunda oportunidad. ¿Te atreves?

 

Imagen de Tomaz Stolfa

*Si no has entendido la broma vuelve a leer los cómics de Astérix, que seguramente sean mucho más entretenidos que la mayor parte de mis artículos 🙂