NOTA: Antes de empezar que conste que soy aficionado al fútbol, deporte al que dediqué diez años de mi vida como jugador y tres como entrenador de fútbol base. Me encanta el fútbol como deporte y soy aficionado al Barça desde que tengo uso de razón aunque el artículo no trata en absoluto de mi afición por el equipo.
Esta tarde de Sábado he tenido el «placer» de ver un partido entre el Barça y el Getafe a las cuatro de la tarde. El partido se ha desarrollado bajo una intensa lluvia y ha terminado con el apasionante marcador de cero a cero. Entre la hora a la que se jugaba el partido, el terreno de juego, la lluvia (que mejoraba sin duda el factor anterior), el estado en el que llegaba el Barça después del partido de Champions de esta misma semana y el planteamiento del Getafe (con un ambicioso 4-5-1), la verdad es que de espectáculo ha tenido poco el partido.
Ya hace temporadas que «la Liga de las Estrellas» es, con perdón, un coñazo. Con permiso de Atlético de Madrid, Sevilla, Valencia y algún otro que me dejo, la Liga se ha convertido en una competición para ver quién aguanta mejor el desgaste de casi 40 partidos por temporada entre Barça y Madrid (más de cuarenta si añadimos la Copa). La mayoría de partidos de estos últimos son una muestra de como unos jugadores a los que pagan un dineral juegan contra defensas hiperpobladas con el único objetivo de intentar aburrir al máximo al espectador. Ah! Y eso cuando no te ponen los partidos a las cuatro de la tarde o a las doce del mediodía… Como podéis ver, un sinfín de incentivos para que los espectadores paguen los abonos que ofrecen la diferentes televisiones para poder ver los partidos de tu equipo.
Viendo que la historia se repite en la mayor parte de las grandes ligas, creo que es el momento de plantearnos el fútbol europeo como un negocio, pero un NEGOCIO en mayúsculas. Un negocio al estilo de la NBA, un negocio donde los partidos interesantes son mayoría y no al revés. Las ligas de cada país podrían seguir existiendo y, seguramente, para los aficionados del resto de equipos que no formaran parte de esta gran competición europea verían como pueden competir de una forma mucho más justa para ganar las competiciones de las que formaran parte. ¿O creemos que los presupuestos de Elche y Almería (por poner dos ejemplos) son equiparables a los de Barça y Madrid? ¿Es justo que compitan por el mismo título?
Dejando de lado los romanticismos, el fútbol a este nivel ha dejado de ser un deporte para ser un negocio y, como tal, debemos mirar de explotarlo al máximo. Y para explotarlo al máximo debemos seguir criterios de negocio como la satisfacción del usuario final, la rentabilidad y la sostenibilidad a largo plazo. Para mi, una competición donde cada semana mi equipo juega en primer-time contra la Juventus, el PSG, el Chelsea, el Ajax, el Bayern, etc. es un motivo para pagar una suscripción a la televisión de pago e interesarme por el resto de partidos de la jornada, cosa que a día de hoy no siento con las competiciones locales (y encima me castigan con partidos a horas en las que ponerme delante del televisor es lo último que te apetece). Para mantener contentos a los mercados asiáticos, la excusa favorita para mantener esos horarios, existen otros mecanismos que pueden funcionar igual o mejor; ofrecer un fase entera del play-off de esta hipotética competición en estadios de China o Japón creo que puede tener mucho más impacto que un Barça-Getafe en un bueno horario para los espectadores asiáticos. ¿No crees?
Evidentemente, un cambio como el que sostengo desde estas modestas líneas choca de frente con intereses federativos, televisivos, de patrocinadores y un largo etcétera pero… pensándolo bien… a largo plazo, ¿no los puede beneficiar a todos? ¿Seguro? ¿Por qué?
Si la respuesta es «es que toda la vida se ha hecho así», «este modelo aquí no funcionaría» o algo similar, dale otra vuelta.
Imagen de Jordan Arenas
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