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Hace poco leía una noticia en la que explicaban que un científico ruso había conseguido “domesticar” al zorro salvaje. En el proceso se explica que ni él ni nadie había intentado cambiar el comportamiento de los zorros durante el experimento, simplemente se habían escogido los ejemplares más dóciles de cada camada para así terminar con ejemplares lo más dóciles posible.

El experimento en sí, sin entrar en polémicas animalistas, resulta especialmente interesante cuando se dan cuenta de que las últimas generaciones de zorros de este experimento tienen diferencias físicas considerables en relación con el resto. Hablan de patas y colas más cortas, de cambios en el oído de los animales o incluso de cráneos más amplios; cambios que si tuviesen que ocurrir aleatoriamente llevarían miles de años pero que se han conseguido en tan solo cincuenta.

Solo seleccionando los ejemplares que mostraban ligeros cambios (favorables) en el comportamiento, han conseguido domesticar una especie a la que raramente se le ha prestado atención precisamente por lo complicado que resulta hacerlo.

Quizás en otro momento esta noticia me hubiese pasado desapercibida, pero en el momento en el que la leí me acordé de las clases de biología que solía tomar en el instituto. En las pocas clases que dedicamos a genética básica –aún me acuerdo de las clases dedicadas a calcular el número de guisantes diferentes de cada “generación”- hablamos de cómo la humanidad había manipulado ciertos alimentos seleccionando precisamente aquellas piezas que más gustaban en su momento.

Piénsalo, lo hemos hecho con las lechugas, zanahorias, con el arroz y con un montón de alimentos que hoy en día no se parecen en nada a lo que eran hace miles de años. Hemos hecho zanahorias más dulces, arroces más suaves y lechugas para nada amargas, sin transgénicos, con paciencia y seleccionando las semillas más convenientes de cada cosecha. Generando grandes cambios pasito a pasito, convencido de que el resultado va a ser mejor que la situación actual.

Más allá de los animales o los vegetales podemos observar cómo cambios que parecen imperceptibles en nuestro día a día generan un paisaje precioso; lo puedes ver en los valles, los acantilados o hasta en formaciones rocosas, como la que ilustra este artículo; imposibles de explicar sin el paso de millones años y cambios minúsculos que han dado paso a un vista única y espectacular.

Las rocas que forman los acantilados o los valles desgastados por millones de litros de agua, a veces fluyendo y a veces golpeando de forma violenta, pero siempre dispuestos a arrastrar un pedacito de la roca… Que no se perderá, porque el acantilado o el valle será más bello y los trozos llegarán a la orilla para crear una nueva playa, granito a granito.

Si eres de los que en algún momento ha dicho algo como “es que soy así, no puedo evitarlo”, “me gustaría hacer otra cosa pero siempre lo he hecho así” o simplemente no eres como deseas ser, quizás ha llegado el momento de que te lo pienses otra vez. Permítete por un momento tener un pensamiento diferente, en línea con lo que quieres ser o hacer y, aunque este primer pensamiento no cambie la forma de hacer o de ver las cosas, deja que sea el primer paso en el camino.

Por ahora, deja que este pensamiento diferente sea el agua que cambia los paisajes a su paso, que sea la mejor semilla para una nueva cosecha o el espécimen más adaptado a su entorno… el que va a evolucionar y seguir adaptándose.

Tomar la decisión de cambiar es la parte fácil; mantenerse firme y tomar las acciones necesarias para persistir y mantener el cambio es la parte más compleja. Porque pueden aparecer tentaciones de dar marcha atrás, de volver a lo de siempre; hasta es posible que caigas en la tentación pero eso no significa que hayas fallado. La diferencia la marcará el cómo vas a dejar atrás esos momentos y cómo lo vas a volver a intentar, más sabio y más decidido todavía.

Porque al final, los cambios son algo lento y toman un montón de esfuerzo… ¿no?

Cuando se descubrieron los cisnes negros en el año 1697, el cambio de definición de cisne, blancos por definición antes del descubrimiento de especímenes negros en Australia, también fue largo y cost… ¡Ah! No claro… eso fue rápido.

Un proceso largo como la gente que de la noche a la mañana ponen su vida del revés porque no eran felices… ¡Seguro que también encuentran una explicación larga y razonable a eso también!

Pero bueno ¿qué más da? Tú sigue pensando que no puedes cambiar y sobre todo que no puedes cambiar de forma rápida, pensar de otra manera significaría que ahora mismo puedes empezar a ser la persona que siempre has deseado ser… Y no quieres eso ¿Verdad?